domingo, 26 de diciembre de 2010

El dilema de la silla

Qué extraño. Nadie recuerda su sitio. ¿Por qué tanto lío?

-Yo no iba aquí el año pasado
-¡Yo tampoco!
-¿Qué coño pasa? ¿Estamos tontos?

Desde fuera suena gracioso. Hay una silla menos y parece que nadie se ha dado cuenta. Esta situación genera un caos imperceptible. Un asiento no es necesario si la persona que lo ocupaba ya no existe. De repente alguien lo dice en alto. Todos ignoran el comentario para no romper el encanto de la fiesta. Muy navideño.

Me siento y busco con mis pies descalzos el calor que antes me cubría bajo la mesa. A alguien se le ha caído un trozo de jamón serrano al suelo y -aunque me parezca increíble aún- seguirá allí durante horas a la espera de ser comido, como ocurría siempre en navidad. Hago el amago de llamarle, para que se tome el pedazo de ibérico -le encantaba- y luego caigo en la cuenta de la crueldad de la rutina. Trago. Me cuesta.

La reestructuración de la mesa no duró ni un minuto. Casi siempre la vida es una novela muy mal escrita.Pero me gusta así, tiene encanto. Me gusta volver y que todo siga igual. Tan enrevesado como siempre, tan complicado, tan emocionante. A veces deja sin aire. Eso está bien porque es la única manera de recordar que respiras.

martes, 7 de diciembre de 2010

Razón no le falta al sombrerero loco

"- Pero es que a mí no me gusta tratar a gente loca
- Oh, eso no lo puedes evitar. Aquí todos estamos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca.
- ¿Cómo sabes que yo estoy loca?
- Tienes que estarlo, o no habrías venido aquí"