Lloró tres veces en su vida.
La primera fue cuando era niño y su madre le contó la trágica historia de su patria, Palestina, y de su familia, silenciada y torturada hasta morir.
La segunda, un día que en el colegio vió el pupitre de al lado por primera vez vacío en dos años.
Ya se había acostumbrado a perder compañeros todas las semanas pero no a perderla a ella. Su otra mitad.
La tercera y la última fue antes de que una luz enorme que venía de su pecho inundara un pequeño mercadillo.
1 comentario:
Muy bueno.Empezaré a visitarte.
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