martes, 28 de octubre de 2008

La tienda

Caminaba a paso ligero mientras zigzagueaba por las calles grises de la ciudad. Supo que había llegado a su destino al cruzar la calle porque vió con claridad en la esquina derecha el letrero de la tienda que andaba buscando.

Al entrar sonó una campanita, una de esas que se cuelgan en el quicio de la puerta, a la antigua usanza, para avisar al tendero de la llegada de un nuevo cliente.
Mientras se atusaba el pelo sacó la lista de la compra para hacer el encargo al viejo y arrugado vendedor.

-Quería 140 sustantivos, 180 adjetivos...- El anciano interrumpió su enumeración
-Señorita, lo siento, pero no nos quedan palabras-

Abrió los ojos desmesuradamente mientras empalidecía al mismo tiempo. Intentó argumentar su enfado pero irónicamente no le salían las palabras. Después de un silencio incómodo logró articular un sintagma:
-¿No hay palabras para mí?

El tendero no contestó y le dio la espalda en respuesta. Tardó unos segundos en girarse sobre sí misma y se dirigió a la salida. Volvió a sonar la campanilla mientras abría la puerta para salir. Por alguna extraña razón la ciudad era ahora gris.

Estaba tan desesperada que mendigó palabras a los transeúntes durante un rato. Apenas logró un par de artículos indeterminados cuando se dio por vencida y se sentó, a punto de llorar, en un banco próximo a su barrio.

Respiró hondo par aguantar el sufrimiento que le inundaba. ¿Por qué a ella?. Todas las gentes de su alrededor poseían letras maravillosas que juntas formaban sonidos espléndidos menos ella. Se sintió desgraciada mientras miraba a las gentes y luchó de nuevo por reprimir el llanto.

Al poco tiempo notó tras de sí una persona, probablemente un chico.
Permaneció inmóvil mientras notaba como se acercaba poco a poco hacia su nuca.
Durante unos segundos la ciudad calló y se derramaron en su oído unas palabras tan cuidadas como indescriptibles. Se giró para darle las gracias por el regalo pero ya estaba alejándose con las manos en los bolsillos.

Cerró entonces los ojos para saborear el momento
-Las palabras regaladas saben mejor- dijo mientras jugaba con un mechón de su larga melena, sonriendo de nuevo.

5 comentarios:

Loren dijo...

Oye, este relato está de puta madre. Me ha gustado mucho. Enhorabuena.

Un beso desde Nanuklandia.

Jesús V.S. dijo...

A mi también me ha gustado mucho. No me esperaba cuando me dijiste que habías escrito un cuento algo así, que va. Me he llevado una sorpresa agradable. :)

Un beso. :)

MoT dijo...

vaya... hoy es un dia de sorpresas! relamente increible, calidad y originalidad. Un cuento precioso.

Un besito flor(K)

Beatriz Cuesta Pérez dijo...

ahora la que se quedo sin palabras fui yo al leer este cuento.

un besote

....GooNie.... dijo...

las palabras no tienen precio :D
qué bonito serly!

la peli es el resplandor, de kubrick!!