jueves, 18 de diciembre de 2008

La arena que traía el mar.

Tomó un puñado de arena de aquella playa abarrotada y se lo llevó a la toalla. Era la hora de la siesta y el mar estaba tranquilo. Todos dormían. Ella clavaba los ojos sobre la tierra estéril. Miró su mano, llena de motitas blancas, negras, amarillas, grises...Esas partes diminutas conformaban en su conjunto la arena que traía el mar y colocaba cuidadosamente todas las mañanas sobre la orilla para su disfrute. La operación era tan sutil, tan frágil, tan fina...

Separaba los granos amarillos de todos los demás con toda la dificultad que esto conlleva: Se le metían entre las uñas al separarlos, a la mínima brisa volaban, se les pegaban en la piel por la humedad del mediterráneo... Aún así no desistía y dedicaba todos sus momentos de soledad a esta labor.

En una ocasión, alguien que pasaba por allí se paró a observarla. No evitó preguntarla cuál era el motivo de aquella concentración tan profunda.

- Separo los granitos de oro, de los que no lo son- le respondió sin apartar la vista del montón de arena. Miró enternecido a la niña, y le dijo con cariño que eso no era oro sino simplemente, pedazos de roca amarillenta que se habían roto hasta quedar así de pequeños.

La pequeña levantó por primera vez la mirada hacia el visitante y sólo se oyó el estruendo del mar como respuesta. Se levantaron las olas rugiendo violentamente- la situación duró solo unos segundos- Los suficientes para que el bañista se alejara de aquella chica para dejar de molestarla.
-¿Dónde encuentra entonces usted el oro? Le espetó intrigada
El turista se giró:
-Pues trabajo todos los días, me esfuerzo mucho y al final de la jornada recibo los frutos de mi trabajo-
-Entonces hacemos lo mismo -respondió indignada- Lo que pasa esque usted solo busca un tipo de oro y yo lo encuentro en todas partes.

6 comentarios:

Jesús V.S. dijo...

Tierna la niña. Es esencial en esta vida no obsesionarse con conseguir el oro propiamente dicho, y hacer como la niña: buscar el oro en cualquiera de las posibilidades, por remotas que se nos sugieran.

Un besazo pequeña. Me gustó mucho el cuento. :)

ordago13 dijo...

muy bueno¡¡¡¡

yo el oro me lo fabrico cuando escribo algo que a la gente le gusta, (uno de mis poemaso cuentos)¡¡

como tu que has hecho oro hoy


"por la blanca arena que lame el mar..."

Laura Martín-Pérez González dijo...

Porque no es oro todo lo que reduce, ni parece relucir.

Ni el oro no debería ser tan material como suenan sus tres letras.

Serly, pequeña, lo unida que estás al mar, y cuántas reflexiones y lecciones nos da.

EL SUEÑO DE GENJI dijo...

Tu relato es una poesia...esa niña la pureza, el idealismo, ese hombre, la sociedad egoista, pragmática que nos ha tocado vivir...El mar, la verdad inmutable...imperturbable, eterna.

Al leerlo mi corazón ha latido un poquito más rápido y eso significa que empiezo a soñar...

Besos amiga y un millón de abrazos y sobre todo - que es menester en estas fechas - Desearte a ti y a todos tus familiares y amigos una Feliz Navidad.

Aprovecha cada instante, cada suspiro y recuérdalo, porque nunca sabrás si ese será tu mayor tesoro.

EL SUEÑO DE GENJI dijo...

Gracias por tu comentario en mi blog, de todo corazón.

Yo tampoco soy religioso, pero procuro quedarme con lo bueno que se me ofrece y la Navidad, si podemos eliminar todo lo que sobra, es un momento ínfimo en el que los hombres y mujeres de estas tierras aun mintiendo desean a los demás Felicidad y cosas buenas...

Sólo por eso ya merece un poquito la pena.

Saludos y gracias de nuevo amiga.

Anónimo dijo...

es un cuento precioso... me gustan tus escritos